El mundo de Ciudad Cero

El mundo de Ciudad Cero

Publicado en Producción Jacobo Peña

Decíamos en la entrada anterior que Ciudad Cero era un autojugable retrofuturista postapocalíptico de género negro. ¿Qué queremos decir con todo eso?

Retrofuturismo significa que mientras que el escenario de juego se presenta en el futuro con respecto a nosotros, contiene elementos similares a los de nuestro pasado, muy a menudo, estéticos. Hay máquinas de escribir mecánicas y cámaras fotográficas de muelle, aparatos de radio y primeros experimentos con televisores. Las calles están flanqueadas por cines, bares y edificios municipales y las gobierna algo parecido a un ayuntamiento. Los ladrillos de los que está compuesta Ciudad Cero son variados y muy reconocibles, desde las novelas inglesas que detallaron la industrialización del siglo XIX hasta los clásicos del cine negro ambientados en los años 30 y 40. Esto es especialmente cierto para todo cuanto tenga que ver con la estética, la organización social y el nivel tecnológico y no tanto para el histórico y cultural. Es probable que los ciudadanos de la superficie caminen por la calle vestidos como en los años 40 de nuestro mundo. Pero eso no quiere decir que en las bibliotecas de la ciudad haya libros de Shakespeare o que los habitantes de Ciudad Cero vayan a divertirse a clubs de jazz. Incluso si decides que Ciudad Cero es nuestro mundo, esos referentes se han perdido.

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Ciudad Cero es también post-apocalíptica, pues el mundo alrededor de ella aún se recupera de un cataclismo. La naturaleza exacta de este fenómeno ha quedado en el olvido; sus consecuencias, sin embargo, son más claras: dicho cataclismo obligó en un momento determinado a la población a refugiarse bajo tierra. Los fundadores de Ciudad Cero son parte de los descendientes de aquellos supervivientes, décadas después de haber empezado a rehacer su existencia en la superficie y tras siglos de confinamiento bajo tierra. Ahora es es una ciudad moderna, con una buena calidad de vida. Pero bajo ella existe un complejo subterráneo de enormes dimensiones –una ciudad subterránea- llamado Ciudad menos siete. En Ciudad menos siete se concentra toda la industria que hace posible la calidad de vida de Ciudad Cero; sus habitantes constituyen la mano de obra y sus condiciones de existencia son mucho más duras que la de sus coetáneos en el exterior. Entre Ciudad Cero y Ciudad menos siete no se puede circular libremente. Sólo aquellos con un permiso especial pueden ascender por el único punto de acceso a la superficie: un enorme elevador conocido como Jacob.

¿Qué podemos decir del género negro que no sepáis? Ciertos elementos clásicos del noir, como el escándalo moral, las apariencias engañosas, la corrupción o la explotación de los débiles están también presentes en Ciudad Cero. El detonante de esta historia es el descubrimiento del cadáver degollado de una persona que no debería poder estar donde es hallada, la habitación de un lujoso hotel de Ciudad Cero. Esto desatará una investigación que liderarán los personajes jugadores. El asunto es peliagudo e irá generando una serie de inquietantes preguntas, descubriendo en cada paso una trama mucho más «espesa» de lo que esperaban en un inicio. Nos perdonaréis que no os contemos más sobre el argumento; degollaríamos vuestra diversión futura.

Por último, hay un tema en nuestra aventura que no mencionamos en la entrada anterior. Ignoro si tiene ya su propio término acuñado por expertos, pero yo lo vengo a llamar «Ciudad cerrada«. La ciudad como una entidad monolítica y opresiva, autocontenida, que encarcela a quienes viven en ella, a menudo regida por una dictadura y cercada por un muro físico, ecológico, militar… Ciudad Cero prospera rodeada por las Tierras Quemadas, con las que sólo tiene contacto para comerciar con sus atrasados habitantes. También está gobernada por una Corporación elitista (los habitantes de Ciudad menos siete no son elegibles ni electores) y regida por un misterioso Ciudadano Alpha, cuya superioridad moral e intelectual sobre el resto de habitantes es una cuestión de fe religiosa.

Pronto os invitaremos a apurar este vaso de líquido espeso y alcohólico, mientras os sacudís la lluvia de vuestra gabardina y la ciudad enciende sus luces, preparándose para otra noche de calles vacías, puertas entornadas y corazones que bombean alquitrán.